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Gentrificación en San Andrés: este fenómeno empieza a desplazar a población originaria

Encarecimiento de vivienda y poca adaptación a costumbres provoca gentrificación en Cholula

Paulatinamente, la llegada de más residentes extranjeros a San Andrés Cholula se convierte en un problema social para los habitantes originarios. El encarecimiento de la vivienda y de los alimentos, así como la no adaptación a sus tradiciones y costumbres, son los primeros signos de dicha movilidad al municipio.


Este proceso de gentrificación, definido como un fenómeno en el que se rehabilitan zonas deterioradas de una zona, atrayendo a personas de alto poder adquisitivo y desplazando a los residentes empobrecidos, fue motivado por la detonación de desarrollos inmobiliarios y, de no regularse por las autoridades locales, puede impactar severamente en la accesibilidad de vivienda, advierte Fabrizio Pizar Rojas, maestro en Administración de Empresas de Servicio por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).


Si bien este fenómeno muestra un avance ligero, la demanda de vivienda por la llegada de nuevos residentes extranjeros es y será la afectación más significativa para la población originaria, pues viviendas situadas en sitios que eran catalogados como “populares” hoy rebasan el millón de pesos de su valor comercial, apunta.


"San Andrés Cholula siempre ha sido presionada hacia la renta y venta de inmuebles, eso detonó en desarrollos inmobiliarios en varias zonas: la comercial (Sonata), la residencial (Lomas de Angelópolis) y el centro (zona arqueológica), la renta mensual en esas zonas que hace ocho años estaba en seis u ocho mil pesos, hoy están arriba de los 10 mil pesos."

El municipio ha atravesado por una serie de transformaciones en el territorio y a nivel cultural, pues no solo ha tenido que adaptarse a los cambios de su propia población, sino a la demanda de viviendas de estudiantes de las universidades situadas en él y, además, a los intereses de habitantes de otros países.

"Es muy probable que los precios empiecen a subir cada vez más, porque tiene una demanda mixta entre estudiantes locales y extranjeros que empiezan a llegar", señala.


Gentrificación no pasa desapercibida

Con base en un sondeo realizado a habitantes originarios, los entrevistados coinciden en que el arribo de nuevos residentes y los impactos que genera no pasan desapercibidos.


Janith Flores, comerciante, observa diariamente a extranjeros por el zócalo de San Andrés, donde vende tamales. A su decir, el rechazo hacia las tradiciones de la comunidad son la principal inconformidad de los habitantes originarios, pues son pocos los nuevos residentes que se adaptan al modo de vida del lugar.


"Afectan los usos y costumbres, por ejemplo, los cuetes y la pirotecnia son parte de la tradición del pueblo y quieren empezar a prohibirlos porque les molesta, afortunadamente la gente no se ha dejado."


Un testimonio similar es el de Aurora Tomé, quien señala que el intento por regular las fiestas patronales es evidente por parte de los nuevos residentes, lo que despierta un descontento entre la comunidad.


Si bien la llegada de nuevas personas al territorio favorece el turismo y, en consecuencia, los ingresos de quienes se dedican al comercio, también trajo consigo el incremento de la percepción de la inseguridad para otra parte de la población, pues pasaron de ser una comunidad pequeña, en la que todos se conocían, a un lugar en el que poco a poco se dejan de ver rostros conocidos, narra María Ángela Pérez.


“No hablamos de una regulación, ni tampoco de una prohibición, pero a veces no sabemos ni quién llega ni qué es lo que hacen, eso nos hace sentir inseguros”, expresa Aurora Tomé, otra habitante del municipio.


Pocos son los extranjeros que llegan al municipio y se adaptan a las costumbres y a la gastronomía del sitio. María Obdulia, quien tiene una pequeña fonda en el corazón de San Andrés, atiende máximo a dos personas extranjeras a la semana. La mayoría de ellos prefiere consumir en otros sitios, señala.


“Sí se ven caras nuevas, yo que salgo a la calle todos los días noto algo distinto, pero me es indiferente, porque ellos no consumen nuestros productos, tal vez en aquellos comercios que se promueven con letreros en inglés sí tienen un impacto diferente”, agrega Alberto Díaz, quien vende yogurth artesanal por las calles de San Andrés.

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