21 de abril 2024 10:32 hrs, 1 minutos de lectura.
La reciente visita de la canciller mexicana, Alicia Bárcena, a Texas ha puesto de relieve una verdad fundamental que a menudo se ve oscurecida por la retórica y los estereotipos: los mexicanos no son delincuentes.
En un momento en que las políticas y las percepciones sobre la inmigración están cargadas de emociones y malentendidos, las palabras de Bárcena resuenan con una claridad que no puede ser ignorada.
Durante su gira por la frontera entre México y Texas, Bárcena enfatizó la importancia de construir una frontera productiva y próspera, en lugar de una que esté marcada por el miedo y la desconfianza. La ley SB4 de Texas, que criminaliza a las personas migrantes, ha sido un punto de controversia y preocupación, no solo para los mexicanos sino para todos aquellos que valoran los derechos humanos y la dignidad de cada individuo.
La posición de México, claramente expresada por Bárcena, es una de protección y empoderamiento de su comunidad en Texas. La estrategia de México no es solo una respuesta a la legislación, sino un llamado a reconocer la contribución positiva y significativa de los mexicanos en Estados Unidos. Los mexicanos son trabajadores, estudiantes, empresarios y, sobre todo, seres humanos que merecen respeto y consideración.
Es hora de que las narrativas cambien y que se reconozca la realidad de la inmigración: es una historia de aspiración, de contribución y de integración. Los mexicanos, como cualquier otro grupo de personas, no deben ser definidos por las acciones de unos pocos. Las generalizaciones y los estereotipos no tienen lugar en una sociedad que se esfuerza por ser justa y equitativa.
La declaración de Bárcena es más que una defensa; es un recordatorio de que detrás de cada política y cada debate hay vidas humanas en juego. Los mexicanos en Texas, y en todas partes, merecen ser vistos y tratados con la misma dignidad y respeto que cualquier otro ciudadano. No son delincuentes; son parte integral de la tela social de América.